Aleks seguía sin creérselo, había pasado de ser un
aficionado más sin oficio ni beneficio a ser el entrenador del equipo de sus
amores. Y cobrando un pastizal.
Los entrenamientos de pretemporada debían comenzar, y en la
mañana del primero recibió una llamada de un número desconocido. Aleks descolgó
con un amable “¡Quien coño es!”, que recibió por respuesta: “Tu jefe, idiota.
Estoy en la puerta de la Ciudad Deportiva. Sal, tenemos que hablar”. Alli
estaba el nuevo presidente sevillista, otrora Director de Marketing y
Subdirector General.
- - ¿Qué se le ofrece presi?
- - Menos tonterías chico, he venido a hablar de
dinero contigo.
- - ¿Otra vez? Por mucho que me ofrezcas, la
decisión está tomada, me que…
- - Para el carro. A hablar de dinero, pero dinero
para fichajes y sueldos so idiota. ¿Qué crees que vamos a hacer este año en la
liga?
- - ¿Con esta pandilla de mataos? 45 puntos y vamos
calentitos…
- - ¿¡COMO!? (Vizcaíno hiperventilaba aún más que
cuando se entero de la noticia del fichaje de Aleks).
- - Bueno bueno. Clasificación para la Liga de
Campeones
- - (MV respiró hondo) Ah, eso es otra cosa.
Entonces te daré 6’5 M € para fichajes y 47 M € para sueldos. Qué suerte, ¿eh?
- - (Aleks entre dientes) ¡Tacaño!
- - ¿Qué dices?
- - Nada, que tenga usted un buen día presi.
Con poco dinero para retoques, Aleks empezó a estrujarse la
cabeza para ver que hacía con la plantilla. Lo primero que hizo fue interesarse
por un chavalito rubio que hablaba raro, y otro más alto y que entrenaba con
normalidad. Interesarse, por supuesto, en cuanto dinero podían sacar por ellos
en el mercado de fichajes, ya que habían sido puestos en la lista de
transferibles. Aunque de esos dos no se podía sacar ni para una mariscada
decente.
Aleks echó un vistazo a la plantilla en su conjunto y se
dijo: “Joder, y yo le he prometido a este mamón que voy a quedar cuarto…”
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